Cartas Enamoradas.
30 de Octubre de 2006.
A las tantas de la noche y dos niñitas jugando,
con mis rodillas besé la tierra tus ojos estuve buscando.
Tus labios y manos ya habían tocado
la penumbra inocente de las paredes;
tu aire, lengua y tu vista habían sido tomados
y tu sombra con la mía ya han bailado,
mas te he hecho mío pero aún no había propalado esas cuántas palabras
que qerían sellar lo que mi corazón luz daba.
Qué vulnerables las niñitas que juegan bajo el seno lunar!
Pienso que ellas son espeos de tí:
tan puros son tus dos ojos, manantiales vírgenes;
tan limpios son tus dos pulmones, refugio de tu aliento infantil;
tan pulcras son tus manos, el templo de mi admiración;
mi divina veneración eres tú,
sin embargo, no quiero ensuciar a esas dos niñitas,
menos mancillar su honra y gloria.
Y el beso apasionado de mis rodillas con la tierran alumbraban sangre nueva
y me atreví a pedirte: si querías enredar tus hilos finos con mis hilachas;
si aceptabas bailar conmigo dos o diez compases infinitos;
sin tanto emperifollamiento, si qerías ser mi amado;
si qerías robarte mi corazón y esconderlo en tu guarida;
si querías tomar mi nombre como compañero
y mi cuerpo i alma en tus amantes mortales.
En ése parque, me dijiste que sí.
29 de Octubre del 2006.
El sol bajó de su trono y con garbo en mi boca se posó,
y sus rayos dorados abrazon mi cuerpo hereje,
la calidez imperial inundí mis cuevas qe estaban glaseadas en adusto frío.
Su lengua sabrosa me habló en mi boca
y díjome que buscaba apasionado un consorte,
sin verguenza su corona absoluta ofrecióme y un nudo enredado con su lengua formé.
No olvido que el pasto vivo fue nuestro lecho
rodeado por hojas, arbustos y helechos;
que un cielo curioso fue testigo
y un pájaro amigo el trovador;
que piedritas tatuaron en nuestras espaldas la tarde ardiente en qe te mostré mi amor.
Despide al bufón que para alegrarte he llegado yo;
a tu cocinero, a tus criadas, a tu consejero y a tus hermanas
diles que se vayan a España, porque a tu palacio este pobre siervo ha llegado
y su vida esclava a tu honra a confiado.
Dígame señor mío si soy digno de compartir su habitación,
de estar en sus plegarías y de adueñarme de su corazón.
Dígame sol mío, no hay necesidad de que me dé poder si basta con su mirada,
sus rayos y su calor
para qe siento amor.